29.6.12

A sus pies


La miré y nada le dije,
Sólo sombras chinescas
atiborradas de silencio
manchaban la pared.
La  tiniebla parió luz
y el ángel voló apacible
por el mar de neuronas.
Entonces…
 salió el sol de su sonrisa
y el arco iris de sus ojos me inundó…
…ahora el ángel estaba en mí
-  que es igual a decir paz a mi tormento -
Una lluvia de caricias, húmedos besos
y otra vez rendido a  sus pies morí.
Me llevó por un éter de galaxias,
por la montaña florida y el mar azul.
Me incrustó su piel y ya nada  importó.
Al final, caí a la tierra nuevamente…
Estaba ahí con sus ojos de carbón
y su canto de nereida argenta.
No lo dudó, me mató una vez más.
…una puñalada al corazón.

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