20.1.12

A una obrera


Huelo en tus manos el aroma de la ropa lavada
Mientras me entrego a tu regazo
De brazos fuertes
Que amasan nuestro pan cada mañana.

En tus ojos jóvenes, pero viejos
Diviso la alegría de la digna pobreza,
La que te lleva cada día a casa de los señores
A adecentar, con tus manos de hada,
Su impúdica riqueza.
 
En tus ropas, que no van a la moda
Y en tu calzado de tantas caminatas
Puedo ver a una auténtica modelo
Que no sale en las frívolas revistas
Ni en programas de escándalos obscenos.

Eres sencilla, pulcra y bien honrada
Y aunque la escuela te ha dejado en el camino
Tu enseñanza de maestra de la vida
Escribe un libro en mi casta alma de niño.

Eres mi madre, mi guía en el camino
Eres ejemplo tenaz para tus hijos
Y aunque la vida te trata tan severa
No escatimas afabilidad y cariño.

Te admiro por tu porte ante la vida
Por el difícil trajín de cada día
Por el esfuerzo de traer pan a mi mesa
Y orgulloso de que seas MADRE MIA.  

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